“La Tortuga” es una sauna pequeña y aceptablemente limpia, en donde suelo encerrarme cuando me siento solo o muy cargado de problemas. Allí, envuelto en el cálido vapor del “turco” desprovisto de toda vestimenta, mientras mis poros se vacían lentamente y mis preocupaciones intentan disolverse, dejo volar mi mente.
Nadie me molesta. La quietud y la tranquilidad son casi absolutas. Únicamente el monótono silbido de la espita de vapor rompe esa atmósfera de recogimiento que yo mismo me creo. Cuando mi cuerpo empapado en sudor, empieza a relajarse me desconecto de la realidad cotidiana. Mi yo frío y cerebral se acrecienta. Lo que puedo tener de romántico e idealista desaparece. Mi cerebro se recrea creando situaciones ficticias, recordando instantes del pasado, imaginando vivencias presentes, en definitiva, deformando la realidad que me rodea.
Nadie me molesta. La quietud y la tranquilidad son casi absolutas. Únicamente el monótono silbido de la espita de vapor rompe esa atmósfera de recogimiento que yo mismo me creo. Cuando mi cuerpo empapado en sudor, empieza a relajarse me desconecto de la realidad cotidiana. Mi yo frío y cerebral se acrecienta. Lo que puedo tener de romántico e idealista desaparece. Mi cerebro se recrea creando situaciones ficticias, recordando instantes del pasado, imaginando vivencias presentes, en definitiva, deformando la realidad que me rodea.
Sauna “La Tortuga”
Ayer pensaba en ti. No, pensaba en vosotras. Como muy bien puedes suponer alguien más ha entrado en la espiral ilógica de mis fantasías. Me acordaba de lo que hablamos unos días antes en Madrid, de lo que pensé y nunca dije, de tu explosión verbal incontrolada, y lo transferí a estas tierras quiteñas casi con las mismas palabras. Lo que para ti fue una confesión violenta para ella ha sido un monólogo íntimo. Lo que tú me gritabas, con esa mezcla de miedo y rabia que te caracteriza, ella me lo censuraba con firmeza y un poco de erotismo. Sois para mí fundamentalmente idénticas. Os separa un continente y una decena de años. Os une vuestras vivencias, vuestros problemas y ese tremendo afán de libertad por el que ambas lucháis.
Sigo recordando el día en el que, sin yo pedírtelo, me fuiste memorizando aquel tu primer amor. Como ayer, ante una situación, yo callaba. Me fuiste, con rabia, desnudando tu mente, abriéndome tu corazón, arrojándome a la cara pedazos de tu vida, de esa vida íntima que tan celosamente guardabas hasta entonces.
Cuando te dejé pensé mucho. Impúdicamente me habías mostrado tu mente y sin embargo guardabas de mí tu cuerpo. No te lo dije, pero lo pensé. ¿Era peor poseer el cuerpo que la mente? Para el mundo había más pecado en lo primero. Yo creía que no. Un cuerpo desnudo es una imagen fugaz que apenas se mantiene unos segundos en la retina. Una mente al descubierto es algo que se incrusta en otra mente y puede vivir allí toda una vida. La contemplación de un cuerpo precisa de la proximidad de la cercanía; el análisis de una mente no precisa nada, va con nosotros y surge cuando lo deseamos. No muere nunca pues nunca ha existido. El deseo inalcanzado es algo que por su propia esencia se perpetua y ni el tiempo ni la distancia pueden erosionarlo.
Sigo recordando el día en el que, sin yo pedírtelo, me fuiste memorizando aquel tu primer amor. Como ayer, ante una situación, yo callaba. Me fuiste, con rabia, desnudando tu mente, abriéndome tu corazón, arrojándome a la cara pedazos de tu vida, de esa vida íntima que tan celosamente guardabas hasta entonces.
Cuando te dejé pensé mucho. Impúdicamente me habías mostrado tu mente y sin embargo guardabas de mí tu cuerpo. No te lo dije, pero lo pensé. ¿Era peor poseer el cuerpo que la mente? Para el mundo había más pecado en lo primero. Yo creía que no. Un cuerpo desnudo es una imagen fugaz que apenas se mantiene unos segundos en la retina. Una mente al descubierto es algo que se incrusta en otra mente y puede vivir allí toda una vida. La contemplación de un cuerpo precisa de la proximidad de la cercanía; el análisis de una mente no precisa nada, va con nosotros y surge cuando lo deseamos. No muere nunca pues nunca ha existido. El deseo inalcanzado es algo que por su propia esencia se perpetua y ni el tiempo ni la distancia pueden erosionarlo.
Como una ficción cinematográfica las imágenes se me superponen. Lo que viví hace tiempo contigo, lo reviví ayer con ella. No sé por qué ni el cómo, pero se ha ido introduciendo en mí. Lo que contigo me costó años con ella ha sido cuestión de días. También ella me ha abierto su mente. Si tu confesión fue solo un trozo, el más importante de tu vida, la suya ha sido completa. La vida, sus temores, su primer amor, su primer hombre, su primer fracaso, sus luchas, sus silencios, sus engaños, todo fluía dulcemente de sus labios. El contraluz que la envolvía me impedía apreciar los cambios de su rostro. Únicamente la modelación de su voz me daba una idea de la intensidad de su relato, de los altibajos de su vida.
Cuando nos separamos mis antiguas ideas renacieron. Me había ofrecido su mente y con ello había imposibilitado el que poseyera su cuerpo. Algo en mí me impedía utilizar sus debilidades en beneficio de un placer puramente carnal. Como contigo, la pasión se albergaría en la mente dejando los cuerpos huérfanos de caricias. Nunca mis manos, mis labios, mi barba, acariciarían vuestro pecho. Nunca nuestros cuerpos desnudos se fundirían. Nunca nuestras bocas se unirían en un beso.
Cuando nos separamos mis antiguas ideas renacieron. Me había ofrecido su mente y con ello había imposibilitado el que poseyera su cuerpo. Algo en mí me impedía utilizar sus debilidades en beneficio de un placer puramente carnal. Como contigo, la pasión se albergaría en la mente dejando los cuerpos huérfanos de caricias. Nunca mis manos, mis labios, mi barba, acariciarían vuestro pecho. Nunca nuestros cuerpos desnudos se fundirían. Nunca nuestras bocas se unirían en un beso.
¿Había sido un error desnudar vuestras mentes antes que vuestros cuerpos? ¿Era eso un impedimento para llegar a poseeros? Estas y otras muchas preguntas carecían de respuesta.
Los problemas que me llevaron a esta atmósfera de vapor caliente se habían esfumado. Solo vuestras dos mentes desnudas me acompañaban. Mi desnudez física contrastaba vigorosamente con la vuestra. Lo excitante del cuerpo femenino había dado paso a dos corazones que, sin razón aparente, se me habían abierto mostrándome, sin recato, todas sus interioridades. Miento. Todas no. Había algo que las dos se guardaban. No sabía y tal vez no lo sepa nunca, qué pensaban ambas de mí y cómo encajaba yo en ese extraño laberinto de sus vidas.
Los problemas que me llevaron a esta atmósfera de vapor caliente se habían esfumado. Solo vuestras dos mentes desnudas me acompañaban. Mi desnudez física contrastaba vigorosamente con la vuestra. Lo excitante del cuerpo femenino había dado paso a dos corazones que, sin razón aparente, se me habían abierto mostrándome, sin recato, todas sus interioridades. Miento. Todas no. Había algo que las dos se guardaban. No sabía y tal vez no lo sepa nunca, qué pensaban ambas de mí y cómo encajaba yo en ese extraño laberinto de sus vidas.
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